martes, 27 de diciembre de 2016

LOS PASEOS DE DONCAMILO (Capítulo II)

LOS CINCO AÑOS DE DONCAMILO



Era una tarde como otra cualquiera, tediosa, triste, grisácea, como el cielo la teñía. El sol quería hacer mella en las nubes y solo se alcanzaban a ver un tenue rayo que se filtraban por ellas. DonCamilo, sentado al lado de una mesa cuadrada, jugueteaba con Pelón. Andresito seguía alimentando de oxigeno sus pulmones. Pensaba en sus años pasados, concretamente, en lo que había escuchado de sus primeros 5 de su vida. Miraba a Nikonita como pensando en que si, entonces, en aquellos años de posguerra, alguien la hubiera tenido solo miraría un álbum de fotos.


          Había nacido en una casita blanca, construida por los presos políticos perdedores de la última guerra civil española. Corría el mes de junio del año que hacia el 52 del siglo 20. No fueron muy gratos los años que pasó en su pueblo de nacimiento. Su madre, que había ido poco tiempo al colegio del pueblo por imposición de los avatares que estaban ocurriendo en esa guerra civil. La fuga de la cultura española, que arrastraba,  entre otras, la escasez de docentes en todo el territorio español. Los que quedaban tenían temor de ser ajusticiados por el mero hecho de ser culto.  Por esa cultura y esos pensamientos, de hacía años, su madre le pario en su casa; atendida por una matrona. Esa casa comenzó a ser también la de DonCamilo y su hermanita de la misma edad, puesto que fueron alumbrados un chico y una chica, para mayores penalidades de sus padres.


          El padre de DonCamilo, hombre de alta cultura, para los tiempos que corrían, había tomado la decisión de conseguir que en ese pueblo, el de su mujer, todo aquel que quisiera aprendiera a leer y escribir, así como  "las cuatro reglas" (operaciones básicas de aritmética, suma, resta, multiplicación
y división) pudiera hacerlo. El improvisado maestro  había montado su centro docente con unas tablas apoyadas sobre unas borriquetas que hacían las veces de patas de esa novedosa y útil mesa portátil.
La idea le había venido de ver los andamios que los presos montaban para la construcción de aquellas casitas blancas que se seguían construyendo en su barrio. 


          Entre cultura, voces de alumnos y profesor, lapiceros gastados y cuadernos con los picos vueltos hacia arriba, libros cubiertos de esa grasa que sueltan las manos de los jóvenes que allí acudían después de hacer su faenas laborales. Hombres hechos y derechos, curtidos por las noches de vigilancia de aquella guerra de hace 13 años y por el odio que seguían alimentando hacia los "otros". Esclavos de la tierra, que abonaban y sembraban en invierno, cuidaban del nacimiento de los frutos, en primavera y segaban lo nacido y crecido en verano. Esos hombres que pasaban los días de espera en la taberna. Aquellos que trabajaban por cuenta ajena y que no tenían ese privilegio. Todos, al anochecer, iban con su lápiz y su cuaderno, a casa del padre de DonCamilo y le llevaban caramelos, alcahuetas, pipas y cualquier chuchería que portaban en el bolsillo, en agradecimiento a su padre por esa enseñanza de las, "letras" y "las cuatro reglas". No podían pagar con otra cosa. La guerra y los "señoritos" del pueblo les habían dejado sin nada para el resto de sus días. Era de los ganadores, pero eso daba igual. No tenían nada que valiera la pena, hasta carecían del derecho a leer.


          DonCamilo, que aún no era así como se llamaba, completaba su entorno socio-cultural, con los amigos y en las cercanías de su casa, que al principio era así, pero como los amigos iban a jugar con él a "su puerta",poco a poco, las cercanías de su casa se fueron ampliando.

DonCamilo, descubrió, entonces, que su pueblo era más grande. Que sus amigos vivían lejos. Que el pueblo tenia doscientos habitantes. Que sus amigos no sabían leer ni escribir, cuando él sabía  "hasta hacer una frase". Sus amigos no conocían nada de las "cuatro reglas", nadie se las había enseñado. ¿Tendrían padre sus amigos? se preguntaba DonCamilo. Los amigos de DonCamilo eran los verdaderos hijos de la guerra, pensaba mientras jugaba con Pelón, paseándose el pincel entre los dedos y haciendo que cada dedo fuera el túnel por donde se accedía al siguiente ínter dedo. Pronto dedujo que, claro que tenían padre pero no se lo podían enseñar todavía, porque lo estaban aprendiendo ellos, y se decía: Cuando ellos lo aprendan ya se lo dirán a mis amigos. Una voz chillona se alzó de entre todas y preguntó si se ponían a jugar a las canicas. Todos a la vez hicieron un agujero en la tierra de la plaza y pronto DonCamilo les dijo que solo hacía falta un gua. Se miraron entre ellos y al que había hablado como pidiendo que él eligiera al que mejor lo haría. Este escogió al que estaba en un terreno llano haciéndolo, dando las explicaciones pertinentes para justificar tal elección, teniendo cuidado de no herir a ninguno de sus amigos. También tenían que hacer una línea recta, para ver el orden en los niños deberían de jugar, porque -todo en la vida tenía un orden- les dijo DonCamilo. Todos le miraron y le buscaron un palo para que hiciera la línea. Toma, hazla tú que sabes más que nosotros. Le habían convertido en líder por eso. Una vez que la raya estuvo hecha, lanzaron sus bolas desde el agujero a ver quien quedaba más cerca, después y por el orden establecido comenzaron a lanzar la bolita al agujero. Los niños pensaron en que debía de haber unas reglas de juego, aparte de estar cansados de jugar, agacharse y levantarse, y porque se consideran responsables desde el momento en que habían sido capaces de jugar como "Dios manda", que decían ellos. Pero querían jugar mejor y recurrieron a su "jefe". Se sentaron en círculo, al estilo indio, que veían en el cine de la plaza, que venía cada 15 días y proyectaban, ineludiblemente, películas de vaqueros e indios. Cada asistente debía de llevar  su silla y elegía su sitio en la plaza. Los monaguillos, siempre llevaban un banco de la iglesia y se ponían en primera fila. Los mayores se ponían al lado de los altavoces. La mayoría no oía. De pronto se escuchó una voz, "dejaros de cine y vamos a ver como recordamos el orden". Miraron al jefe y este les dijo: Solo recordad al que tenéis delante, es así de sencillo, no hace falta hacer cola, pero no hagáis trampa que entre amigos no se deben de engañar, si fuera así se romperá la pandilla por que unos se irán con el uno y el resto con el otro y seremos la mitad de los amigos. DonCamilo, les habló así y ellos se admiraron de lo que sabía con los cinco años que iba a cumplir dentro de varios meses. Esa era la opinión de todos ellos aunque de su madre no que estaba voceando su nombre para decirle que la comida estaba en la mesa. Se despidieron, hasta la tarde y cada uno se fue a su casa.

sábado, 26 de noviembre de 2016

LOS PASEOS DE DONCAMILO-Capitulo I

ESPACIO Y TIEMPO

DonCamilo había empezado a preparar su paseo diario. Andresito ya tenia sus baterías instaladas, la una en su habitáculo de su lado derecho y la otra, la de reserva, en el bolsillo de su mochila, todo esto insertado en un carro, como de esos que se lleva al súper para hacer la compra del día, solo que mas pequeño y de las medidas oportunas para que el compresor, que Andresito era eso, cupiera, exactamente, en su base, al objeto de que cumpliera las funciones a que estaba destinada con la mayor eficiencia y menor coste de trabajo para que la persona, que la usara, hiciera el menor esfuerzo posible. Así mismo tenia unas tomas laterales, para aspirar el aire exterior y los hacia pasar por filtros donde quedaban las impurezas y , por una boquilla frontal, lo enviaba hacia un conducto de plástico, incrustado en esa boquilla, el cual unía a DonCamilo y Andresito al inicio del aparato respiratorio del primero, su nariz. Andresito y DonCamilo, ya estaban conectados y dispuestos a dar su paseo diario.
DonCamilo tiró de Andresito del mango del carrito y fue a por la mochila donde se encontraba Nikonita, su cámara fotográfica. Revisó la mochila y visto que estaba todo lo necesario, añadió una botella de agua mineral y se la colgó a la espalda.


Llevaban un rato andando y tenían que descansar.      
Para coger resuello se detuvieron y DonCamilo le comentó a Andresito. Si tu no estuvieras aquí, yo no podría seguir, me costaría mucho trabajo y tiempo recuperar el resuello o nunca mas podríamos salir juntos. Andaban por un camino bien asfaltado, a su izquierda había un enorme olivar, La Lola la llamaban los mayores del lugar. Sus Olivos, centenarios parecían que se movían al unísono, a medida que avanzábamos, paralelamente a ellos,dibujando, en perfecta simetría , una cuadricula hasta donde llegaba su ocupación en el terreno. En su final, sus puntos de fuga, se movían helicoidalmente al mirar al fondo según caminábamos. Al borde del camino, una linde, que hacia de frontera, apoyada en una cuneta por donde el agua buscaba su espacio en el cercano arroyo. Las esparragueras, cabezuelas, hinojos, cardos y otros arbustos, vistosos los unos y olorosos los otros crecían en todo lo alto de aquella linde. Predominaba el color Amarillo ocre, propio de estos andurriales, secos y soleados del mes de octubre. Algunas matas de corte bajo se apretujaban entre las plantas mas altas y daban ese fuerte olor característico del monte bajo. Volvieron a detenerse para que DonCamilo respirara a pleno pulmón, bueno, a lo que le quedaba. y Andresito, cada vez que aspiraba DonCamilo, él hacia un ruido sordo, con afán, como preparando la próxima inhalación que volvería a hacer, cada vez con menos intervalo de tiempo y con menos fuerza.

DonCamilo se sentó en una piedra al lado de Andresito. Su mano izquierda apoyada en el agarradero que servia para tirar del carro en el que la maquina de respirar estaba montada. La mirada perdida en el cerro del otro lado del camino. El Sol, entre rojo y amarillento, posado sobre el alto de aquel cerro alargando la sombra de las piedras como Andresito alargaba la vida de DonCamilo. Un almendro, estéril en su fruto, daba una sombra larga y tan estéril como las almendras que nunca dio. DonCamilo se dio cuenta de que aquellas sombras necesitaban que alguien las perdurara en el tiempo. Ajustó a Nikonita e hizo una serie de disparos a ese entorno que él había tenido en su retina. El Dios sol ya había penetrado en el seno de la tierra por la cima de aquella loma. Nikonita estaba preñada de belleza que pronto podría dar a luz para recuerdo de aquella tarde. El cerro quedó libre de la carga del sol y solamente se veía el leve resplandor que el astro dejaba en su retirada. DonCamilo, pensó que ya era hora de regresar a casa, guardó en su mochila a Nikonita, se levantó de aquella piedra y empezó a desandar aquel camino asfaltado, el de “La Lola”, con muchísima parsimonia, tirando del carro de Andresito. 

Su cabeza agachada mirando al suelo le hacia recordar una puesta de sol, esa puesta de sol.


jueves, 13 de octubre de 2016

LOS PASEOS DE DonCamilo
Los paseos de DonCamilo será el tema principal de este relato de corte  autobiográfico del autor. En el transcurso de estos paseos ira acompañado de 3 personajes amigos del protagonista, Andresito, Nikonita y Pelón. El relato será publicado, capitulo a capitulo, con una aparición regular y sin determinar las fechas en que aparecerán, en el blog privado de DonCamilo y en el blog oficial de Broadwaymusichall, emisora responsable de mencionado blog. Como autor quiero hacer mención especial a Lachicadeayer y Carlotta, colaboradoras en la edición de este libro en diversos menesteres, llevados a conseguir el buen fin que todos deseamos.

DonCamilo

sábado, 1 de octubre de 2016

CUADROS DE DON CAMILO-La exposición viviente


COBERTIZO DE SANTA CLARA

          Mi soliloquio en este Rincón toledano se ha terminado. Ahora comparto discusión con "Andresito", mis pinceles y mi cámara fotográfica, a los cuales no he bautizado aún, pero ya lo haré, paso a paso, que con tranquilidad, que no pasividad, se andan los caminos y muchas veces se llega a la meta. Creo que es mi oportunidad de estirar mi figura y demostrar mis dotes de Cicerone delante de esta buena compañía que hacen posible que podamos, los cuatro, meternos en estos callejones y comprender aquellos escritos de nuestro poetas Garcilaso de la Vega y Gustavo Adolfo Becquer, tratando de emular sus paseos por esta zona, aunque no sus pensamientos que son muy suyos y Dios me libre de osar penetrar en los vericuetos rincones que su sesera escondían , que no sus supuestos dichos, como se ven en estas, acertadas ó no, locuciones de este humilde admirador de estos dos gigantes de los textos, el uno que sean medievales y el otro dieciochescos, pero ambos románticos, ....como no?.


         Ya se ha retirado a descansar el majestuoso sol y ha permitido que la triste, pálida y melancólica luna, haga entrada, tal como nosotros, en la mística pintura que preside este pequeño recuerdo.

         Nos encontramos en una plaza, a la entrada de estos dos callejones, viniendo de la plaza de los Carmelitas Descalzos en dirección a el Cubillo de San Vicente, por el cobertizo de Santa Clara, al cual hemos tomado por asedio y subimos por su empinada calle a los pies del convento de clausura de las monjas clarisas. Caminamos en silencio para no despertarlas ó no interrumpir sus rezos y meditaciones que ya ha finalizado el día y se encontrarán, seguramente, en su receptorio haciendo honor a su talento culinario.
       
         Aún, sin satisfacer, nuestra gran curiosidad por conocer, volvemos para tomar el callejón de la derecha, El cobertizo de Santo Domingo el Real. Por fin alcanzamos un callejón que solo alumbra una pequeña bombilla amarilla, que con tristeza solitaria nos pide que seamos diligentes con ella y no la apedreemos como hacen las parejas de enamorados que acuden ali, por que quieran ustedes o nó, el cobertizo no lleva a la mal nombrada Plaza de Becquer, por que realmente es la Plaza de Santo domingo, pero ya hablaremos de ella en otro viaje por las callejuelas de esta mi ciudad y el monumento judeo-arabe mas hermoso de España en la que fueron capaces de convivir estas dos culturas

                                                                                      DonCamilo.

lunes, 15 de agosto de 2016